Ahora es el
turno de que Armando Olmos, Director de Producción de Dawcons con más de 11
años de experiencia, nos platique sobre el quinto pecado o desviación de un Desarrollador de Software, la
"pereza".
A continuación
se exponen las consecuencias que conlleva en un proyecto dicha desviación, así
como la manera en la que se puede atacar por medio de una virtud para lograr
una conciencia más orientada a objetivos en el Desarrollo de Software.
PEREZA
Ahora hablaremos
del famoso “desgano por obrar en el trabajo”, que a todos se nos ha presentado
en más de una ocasión. La pereza no
es ninguna sensación extraña y está asociada a la “flojera” y a la falta de
ganas para hacer cualquier cosa. Todos hemos vivido esta falta de ganas durante
los años que estudiamos nuestras carreras para ser los profesionales que somos
ahora, y todos sabemos combatirla firmemente con nuestro compromiso y sentido
de responsabilidad. De modo que si hay que hacer el trabajo, pues hay que
hacerlo a pesar de la flojera. Así que le daremos a la pereza un sentido más
espiritual, o en nuestro contexto, orientado a los objetivos de los proyectos.
Veamos entonces
a la pereza como la “tristeza de ánimo” para atender los objetivos o los
deberes. Más allá que la fatiga, la pereza se puede presentar en una forma más
peligrosa como lo es: la falta de ánimo, la falta de interés o la displicencia
al ejecutar las actividades relativas a un proyecto.
Esta forma perezosa
de ejecutar las actividades y de cumplir los compromisos, genera muchos
problemas en los resultados de dichas ejecuciones; entre ellos mala calidad de
los entregables o incluso un desvío en la ejecución. Es decir que al no mostrar
interés en ejecutar la actividad, se podría llegar a hacer una interpretación
incompleta del problema presentado, y por
lo tanto, ejecutar una tarea con un sentido diferente al solicitado. Esto por
supuesto es inconsciente y nos deja sin la posibilidad de corregir a tiempo,
por lo que el error será detectado hasta la ejecución.
Para explicar mejor la
situación antes descrita, daré un ejemplo: imaginemos
un proyecto en la fase de Análisis, con un cliente difícil que atiende un
negocio complicado. Imaginemos que a la mitad del análisis, diversas
circunstancias nos hacen perder el interés en el proyecto: ya no estamos
motivados, no preguntamos, no indagamos y no nos interesa el funcionamiento del
negocio; lo único que queremos es terminar nuestras actividades para derivar la
responsabilidad a la siguiente fase. Y entonces nos enfrentamos a un análisis
de requerimientos terminado pero “perezoso”; el cual incluye muchas notas sin sentido y sin argumentos para
respaldarlas. Sin embargo, cuando el Administrador de Proyectos pregunta al
Analista: “¿ya terminaste el Análisis de Requerimientos? “, éste contesta: “sí,
ya está todo terminado y documentado”. Esto sucederá sin que nadie se entere
que todo eso que está listo y documentado, no atiende a las necesidades del
cliente y es más bien el resultado de un análisis perezoso y cómodo. Como se
imaginarán la historia termina mal, el desarrollador atiende lo documentado y
cuando el proyecto se presenta al cliente, éste ni siquiera logra reconocer el
sistema. Su negocio es tan complicado que el sistema resultante no se parece ni
un poco, hay que hacer todo de nuevo. Las preguntas obligadas son: ¿desde dónde
hay que empezar? y ¿qué partes aún sirven? No hace falta analizarlo, hay que
empezar desde el principio y esto marcará el inicio de una historia que durará
muchos años, generará muchos problemas y será tan costosa como haber reiniciado
5 veces el proyecto. Quise plasmar un ejemplo con una fase inicial del proyecto
para hacerlo más dramático y visualizar como se desencadenan los problemas,
pero la ejecución con pereza puede ocurrir en cualquier fase, con cualquier
actividad por mínima que sea y el resultado siempre será el mismo, un producto
de trabajo deficiente, de mala calidad e inservible.
Ahora bien, la
virtud que nos permite estar alejados de la pereza es la diligencia; tomar y ejecutar las actividades diligentemente nos
permitirá tener productos de calidad. La diligencia no es otra cosa que tener
cuidado y ser eficientes en el cumplimiento del deber o de los objetivos que
tengamos, si cada actividad que estemos por ejecutar la hacemos con cuidado,
pero a la vez con eficiencia, lograremos ejecutar la actividad de la forma
correcta, con el proceso completo y logrando el objetivo requerido. Decirlo es muy
simple: “sé diligente y todo será perfecto”. Pero, ¿qué hago si ya me atrapó la
Pereza?, si por más que me esfuerzo no logro interesarme en la actividad, me
duele la cabeza cada vez que intento ejecutarla y mi único pensamiento es: “¡Ya
quiero terminar esto!”. Yo los invito a incrementar su fuerza de voluntad, vean
la situación como una oportunidad para ser mejores. Y para situaciones en las
que encuentren envueltos en la Pereza, y logren darse cuenta de que no están
entendiendo o que su producto es de mala calidad, sin que parezca que haya una
solución, coméntenlo de inmediato con el Administrador del Proyecto; pidan un
trabajo en equipo o que se les cambie la actividad. Si no pudieron hacer uso de
la virtud de la Diligencia, hagan uso de la virtud de la Responsabilidad y
levanten la mano para que su pereza no tenga efectos secundarios en el proyecto.
Recapitulando
los problemas derivados de trabajar de manera perezosa, tenemos:
- Actividades omitidas que darán por resultado un proceso mal ejecutado y por tanto un producto de mala calidad.
- Los productos de mala calidad dañan a todos los demás productos que dependen de él. Recuerden que una cadena es tan débil como el más débil de sus eslabones, un solo producto de mala calidad hará que todo el sistema se vea mal, aún cuando tenga otros 1000 productos de calidad excelente.
Fortalezcamos
nuestra diligencia al ejecutar las actividades de un proyecto y apliquemos esta
virtud cuando se trate de la vida misma. El propósito es ser trabajadores y
personas de mayor calidad, y con ello, de mayor confianza.
Armando Olmos
Director de Producción
Dawcons
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